OPINIÓN: Las comparaciones no son odiosas
Por Rubén Marruffo C. (*)
El enfrentamiento, la rivalidad, son el combustible (caro y escaso en el mundo de hoy) que alimentan la pasión por el deporte. Y la Fórmula Uno no es ajeno a esto, por eso, cuando el próximo fin de semana (18 al 20 del presente) marque el inicio de una nueva temporada, con grandes cambios en el reglamento, seguramente observaremos carrera a carrera, la continuación del duelo entre Max Verstappen (Países Bajos) y Lewis Hamilton (Inglaterra).
El final de temporada 2021 refrescó en los amantes de la categoría reina del automovilismo deportivo, otros episodios similares en los 72 años.
Con acento inglés
Mientras el territorio del Reino Unido y los amantes del rock dividían sus preferencias entre The Beatles y Rolling Stones, la Fórmula Uno vivía bajo la influencia de los pilotos ingleses, por eso Jim Clark y Graham Hill, con dos títulos mundiales cada uno, acaparaban elogios y preferencias en los circuitos.
Campeón del mundo en 1963 y 1965, Clark se caracterizaba por batir récords de manera constante y fue de los primeros en ser calificado como “muy rápido”. Su prematura muerte en Hockenheim, Alemania en 1968 (cuando disputaba una competencia de Fórmula 2) impidió que continuara cosechando más récords. Disputó 72 carreras y obtuvo 32 pole position, prácticamente el 50% de efectividad. Otra cifra a tener en cuenta, en 8 ocasiones ganó la carrera, hizo la pole position y la vuelta más rápida, lo que hoy día se conoce como: un fin de semana completo.
Al otro lado estaba Graham Hill, padre de Damon Hill (quien le arrebató el título mundial a Michael Schumacher en su primer año como piloto de Ferrari -1996-). El inglés es el único piloto que tuvo el honor de ganar las llamadas 3 coronas del automovilismo: las 500 Millas de Indianápolis, las 24 Horas de Le Mans y el Gran Premio de Mónaco.
Pese a tener un estilo menos vehemente, obtuvo los títulos mundiales en 1962 y 1968. También es recordado por ser uno de los primeros en exigir seguridad en los circuitos, secundando a Jackie Stewart, el pionero en imponer las reuniones de pilotos antes de cada Gran Premio.
Fue llevada al cine
Aunque la exitosa trayectoria del austríaco Niki Lauda opacó largamente al inglés James Hunt, la historia cinematográfica recreada en Rush nos recordó el emotivo desenlace que tuvo la temporada 1976, donde Lauda dio prioridad a la seguridad y se ‘bajó’ de la lucha por el título mundial en el Gran Premio de Japón, permitiendo al británico alcanzar su primer y único título.
Lauda y Hunt representaban dos estilos totalmente opuestos dentro y fuera de las pistas: el primero era obsesivo y perfeccionista, buscando superarse constantemente y tuvo la virtud de ‘sentir el auto’ como pocos.
Lauda sufrió un accidente que lo puso al borde de la muerte y se repuso no solo para volver a correr y pelear ese mismo año el título (1976), sino que después de un retiro voluntario volvió a la competencia y fue campeón del mundo en 1984.
Hunt es muy recordado porque fue el primer piloto que perteneció al exclusivo mundo de los ‘play boys’. Aunque solo alcanzó un título mundial, no se puede dejar de reconocer que tenía un talento innato, porque sin el mayor cuidado personal y entrenamiento, peleaba mano a mano con uno de los mejores pilotos de la historia.
La más recordada
Cuando se habla de Fórmula Uno de inmediato surgen los nombres de Ayrton Senna (Brasil) y Alain Prost (Francia), ambos están entre los 10 mejores pilotos de la historia.
Prost asomó primero (1980) y su técnica de manejo le permitió destacar de inmediato. Muy fino, llevando siempre el monoplaza sobre una ‘misma línea’, el francés no parecía ir rápido, pero casi siempre ganaba.
Senna ingresó a la fórmula uno en 1984 y rápidamente destacó por su técnica, vehemencia, pero sobre todo porque bajo la lluvia aceleraba y hacia acciones temerarias que generaba admiración entre los propios pilotos.
La escudería McLaren tuvo a ambos pilotos entre 1988 y 1989, avivando la rivalidad y el egocentrismo natural de cada piloto. Las definiciones por el título de 1989 y 1990 con colisiones incluidas grafican muy bien las personalidades de Senna y Prost. Años después de la trágica muerte del brasileño, el piloto galo reconoció que ambos se necesitaban dentro de la pista para exigirse al máximo.
En la década de los ochenta había 5, 6 pilotos con chances de ganar un Gran Premio. A estos dos nombres hay que agregar los de Nigel Mansell, Piquet, Lauda, Jones, Alboreto. Solo para agregar un ingrediente más a esta rivalidad, el francés fue el más ganador (4 títulos) de esos ‘años maravillosos’.
Se prolongó en la F1
Michael Schumacher y Mika Hakkinen llevaron sus carreras casi de manera paralela. Sus duelos en la F3 años más tardes se volvieron un ‘clásico’ de los fines de semana entre 1995 y 2001, con la diferencia que mutuamente se respetaban y admiraban, por lo que sus enfrentamientos únicamente se daban en las pistas.
El 'finlandés volador' se impuso en los años 1998 y 1999, aunque en la segunda temporada mencionada Schumacher estuvo varias carreras fuera de las pistas por una fractura de pierna. En el 2000 empezó el notable ciclo exitoso de Ferrari y en el 2001, con 32 años, Hakkinen optó por el retiro.
Hakkinen confirmó sobre las pistas el talento innato que poseen los finlandeses para el automovilismo, mientras que Schumacher marcó la senda para que posteriormente surja otro exitoso piloto alemán como Sebastián Vettel. Con 7 títulos mundiales y el haber liderado uno de los ciclos más exitosos en la Fórmula Uno, como el de Ferrari a inicios de siglo, pone al alemán en el podio de los grandes pilotos de la categoría.
El enfrentamiento y la rivalidad en los 72 años de historia que tiene la Fórmula Uno ha permitido destacar a un selecto grupo de pilotos… como aficionado uno observa, compara y elige, pero al mismo tiempo disfruta. A pocos días del inicio de una nueva temporada, solo diremos: verde, verde… verde.
(*) Periodista especializado en automovilismo
Comentarios